Dedicado a todas las comparsas de gigantes y cabezudos,
a la gente que dibuja sonrisas en los niños y en las niñas, y a tí ...
Todo era oscuro y triste en ese almacen frío... Sus cuerpos desnudos deseaban vestirse con los trajes de colores que se guardaban en un armario viejo y cojo... No sentían ni los brazos ni las piernas, ¿ acaso creían les faltaban ? ...
Abrían sus ojos y la luz no se dibujaba... Agudizaban los oídos y tampoco escuchaban el alboroto de los niños y niñas jugando a su alrededor...
Hasta que un día, por fín, un grupo de atrevidos y aguerridos voluntarios los sacaron de aquel sucio y lúgrube espacio en el que estaban atrapados... Uno a uno los fueron vistiendo, dándoles piernas, brazos, y consiguiendo que sus huesos volvieran a sentir el movimiento que tanto deseaban...
Los sacaron a la calle esa misma noche, y dejaron que la luz de la luna empapara sus rostros...; ahora parecía que una mueca alegre se dibujaba en aquellas caras pícaras, que miraban asombradas...
Fueron pocos los minutos que permanecieron así, rodeados de gente menuda que no paraba de reir, de gritar, de cantar, de llorar y de bailar... Pero fueron unos segundos intensos que acabaron con la oscuridad y el frío, e iluminaron el rostro ahora sí, feliz, de los niños y de las niñas...
JESÚS PUENTE PÉREZ – Ayerbe, Huesca, España © Derechos Reservados – 2010.
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